Existen muchas criaturas diferentes dentro de la mitología nórdica, pero son pocas las que equiparan el aura celestial que emanan los Fylgja, criaturas sobrenaturales que guardan una conexión profunda con el espíritu humano. La incertidumbre rodea su origen, ya que no hay relatos claros sobre si nació de la unión de seres diferentes o surgió a través de algún tipo de hechizo. Sin embargo, su naturaleza sobrenatural sugiere una amalgama de fuerzas mágicas y sobrenaturales en su creación.

La Fylgja se manifiesta en forma de animal, adoptando la esencia y el carácter de la persona a la que acompaña. Este vínculo es tan intrínseco que su apariencia se moldea según el «portador»; por ejemplo, el espíritu toma la forma de un lobo o un oso para un guerrero, reflejando así la fuerza y valentía de su alma. Este acompañante sobrenatural no solo aparece en el instante del nacimiento de la persona, sino que también puede hacer acto de presencia en sus sueños o desde los primeros momentos de la vida.

El número de caracteres o facetas de la personalidad de una persona determina la cantidad de Fylgjas que la acompañarán, fortaleciéndola con la diversidad de sus espíritus animales. Este entrelazamiento entre el ser humano y sus espíritus se manifiesta como una guía y protección a lo largo de la vida. Sin embargo, cuando la persona se acerca a la muerte, la Fylgja se despide, abandonándola en el último suspiro. Dicho de otra forma, la simbiosis entre la persona y su Fylgja es tan profunda que la muerte del espíritu también conlleva la muerte de la persona.

¿Qué tipos de Fylgja existían?

Los tipos de Fylgja se clasificaban según la naturaleza del alma que acompañaban. Aquellos con almas dóciles, de naturaleza más tranquila, se manifestaban como animales como el buey, la cabra o incluso el jabalí. En contraste, las almas de naturaleza más desmedida y enérgica llevaban consigo Fylgjas que adoptaban formas más imponentes. Así, los espíritus podían transformarse en animales como el zorro, lobo, ciervo, oso, águila, halcón, leopardo, león o incluso una serpiente.

Para ser más específicos, el zorro, destacando por su astucia y habilidad para ocultar cosas, se asociaba a menudo con hechiceros o magos malvados. Mientras tanto, el lobo, representando la ferocidad y la astucia, era el símbolo de aquellos considerados asesinos o personas de poca confianza. Cabe destacar que esta clasificación se basa en la creencia nórdica de que los animales actúan como espejos de la psique humana.

Además, existen diferentes sagas que relatan que la Fylgja tiene la habilidad de cambiar de forma a voluntad, a veces adoptando la figura de una mujer, actuando como un espíritu guardián para individuos y clanes. Estas guardianas desempeñaban un papel crucial en la protección y orientación del clan al que estaban asignadas. Su presencia aseguraba la buena suerte, pero su partida podía llevar al sufrimiento y la muerte para el clan. Estas eran reconocidas de dos maneras: como «Dís» o como «Hamingja«.

Las «Dís» eran consideradas diosas unidas al destino y podían tener naturalezas benévolas o malévolas. En cambio, las «Hamingja» influían en la suerte y la felicidad de los clanes. Un ejemplo ilustrativo de estas representaciones es la «Saga de Gisli Surrson», una historia que cuenta el encuentro de Gisli con dos hermosas damas. Mientras una trata de otorgarle buena suerte, la otra busca guiarlo hacia la violencia y destrucción de su gente.

Influencia en la literatura

La influencia de las Fylgjas en la literatura se extiende a través de diversas obras, destacando su presencia en la trilogía «La materia oscura» de Philip Pullman. En este intrigante universo de mundos paralelos, las personas están acompañadas por sus daimonion, criaturas que personifican su alma y adoptan la forma de un animal según el carácter de la persona. Sumado a esto, en la historia «La Historia de Howard, El Alto», de la misma trilogía, el protagonista Atli experimenta un sueño en el que es perseguido por dieciocho lobos liderados por una zorra. Esta simbología sugiere un enfrentamiento con un ejército liderado por un hechicero.

A través de la literatura contemporánea, se nos recuerda que estos espíritus aún persisten, aunque quizás de manera más sutil. La novela de Pullman invita a la reflexión sobre la existencia de estos seres dentro de nosotros mismos, sugiriendo que descubrir nuestro «espíritu animal» o «espíritus animales» puede ser una búsqueda interior fascinante. En lugar de manifestarse en forma tangible, como en la mitología nórdica, estos espíritus animales se revelan en aspectos más abstractos de nuestra personalidad y carácter.