En aquellos recónditos lugares donde las olas ocultaban secretos inimaginables y los mares albergaban criaturas imponentes, nació la leyenda del Lyngbakr. Se describe a esta criatura marina, cuyo nombre en nórdico antiguo combina las palabras lyngi («brezo») y bakr («espalda»), como un monstruo colosal con una espalda vegetada. El Lyngbakr es un ejemplo fascinante de cómo los pueblos escandinavos interpretaban a la naturaleza, transformándolas en relatos que combinaban temor, respeto y admiración.
Según las sagas nórdicas, el Lyngbakr habitaba las gélidas aguas del mar de Groenlandia, compartiendo ese reino inhóspito con Hafgufa, otro monstruo marino legendario. Mientras Hafgufa era conocido por devorar barcos enteros, el Lyngbakr engañaba a los marineros incautos, quienes confundían su inmensa espalda con tierra firme. Al intentar desembarcar, el leviatán camuflado llevaba al fondo del océano las embarcaciones y sus tripulaciones, víctimas de su poder. Dicho esto, veamos todo lo relacionado con la bestia de los mares Lyngbakr en la mitología nórdica.
La isla viviente en la saga de Örvar-Odds

La saga de Örvar-Oddr, una de las más fascinantes del corpus de la mitología nórdica, incluye un episodio donde el Lyngbakr es símbolo de los peligros ocultos en los vastos y misteriosos océanos del norte. En esta historia, Örvar-Oddr y su tripulación navegan hacia el suroeste, atravesando las traicioneras aguas del mar de Groenlandia, en busca de venganza contra el troll Ögmundr Floki, responsable del asesinato de Eythjof.
El oficial de cubierta Vignir, consciente de los peligros, advierte a Oddr sobre la amenaza que podría enfrentar y toma precauciones durante el trayecto. Al navegar, la tripulación observa dos enormes rocas que emergen del agua, un fenómeno que desconcierta a Oddr. Poco después, avistan lo que parece ser una isla cubierta de brezos, cuya inmensidad resulta sorprendente. Intrigado, Oddr decide regresar y enviar a algunos hombres a explorar la supuesta isla. Sin embargo, cuando se aproximan, descubren que tanto la isla como las rocas han desaparecido sin dejar rastro.
Vignir, con su sabiduría, explica que lo que habían visto no eran rocas ni una isla, sino dos monstruos marinos legendarios: Hafgufa y Lyngbakr. Las «rocas» eran la nariz de Hafgufa, una criatura titánica que, según las leyendas, dio origen a todos los monstruos del mar, mientras que la «isla» era la inmensa espalda del Lyngbakr, la ballena más grande del mundo. Además, Vignir sugiere que estas criaturas fueron convocadas por Ögmundr para destruir a Oddr y su tripulación.
Genealogía y representación del Lyngbakr

El Lyngbakr, como figura mitológica, parece tener raíces en una tradición más amplia de monstruos marinos que cruzan culturas y épocas. Su origen más probable puede rastrearse hasta la criatura conocida como aspidochelone, descrita en el Physiologus, un texto cristiano medieval que fusiona conocimiento natural, simbología religiosa y folclore antiguo. El aspidochelone es una bestia marina colosal con vegetación en su espalda, pareciendo una isla flotante, que atrapa a marineros incautos con su apariencia engañosa.
Dentro del Physiologus islandés, una variante nórdica del texto, representan al aspidochelone en dos formas. Una ilustración lo muestra con su espalda cubierta de vegetación, evocando imágenes del Lyngbakr como una isla viviente. Mientras que otra, lo retrata con sus mandíbulas abiertas, enfatizando su capacidad como depredador letal.
En términos de genealogía, el Lyngbakr y su compañero mítico, el Hafgufa, pueden considerarse descendientes culturales de esta figura. El aspidochelone del Physiologus está en un contexto cristiano europeo, mientras que el Lyngbakr refleja los temores y maravillas de los mares del norte escandinavo.