Harald Hilditonn, también conocido como Harald Wartooth o Harold Hiltertooth, es una figura semilegendaria de Dinamarca, cuyo reinado está envuelto en la bruma de la mitología y la realidad. Se le menciona en varias fuentes tradicionales como un rey que sucedió a su padre en el trono, expandiendo su dominio sobre vastas tierras. Gobernando no solo Selandia, sino también Jutlandia, partes de Suecia y la histórica provincia de Wendland, en el norte de Alemania.

Las crónicas de Saxo Grammaticus, en «Gesta Danorum», ofrecen dos relatos sobre el origen del sobrenombre de Harald, «Hilditonn», que significa «diente de guerra».Según una versión, este apelativo se originó en una batalla contra Veseti, señor de Scania, donde Harald perdió dos dientes, solo para que le crecieran dos nuevos en su lugar, simbolizando su tenacidad y fortaleza. Otra versión sugiere que Harald fue nombrado por la prominencia de sus dientes, reflejando su aspecto imponente y feroz en la batalla.

A pesar de las diferentes interpretaciones sobre el origen de su nombre, una corriente académica sostiene que «Hilditonn» puede derivarse del término que significa «héroe de guerra», destacando la valentía y la destreza militar de Harald en la lucha. Su legado vive en las historias del norte, recordando al que desafió a los dioses y conquistó los mares con ferocidad y determinación.

Origen de Harald Hilditonn y su reinado en Selandia

La historia de Harald Hilditonn comienza con el traicionero asesinato de su padre, el rey Hrœrekr, en las tierras de Selandia a manos de su suegro, Ivar Vidfamne. Durante el conflicto, su madre Auðr huyó con Harald a Garðaríki, buscando refugio y protección lejos del peligro inminente. En Garðaríki, Auðr encontró un nuevo hogar junto al rey local Raðbarðr, donde Harald creció bajo la sombra de la traición. El destino cambió para el joven príncipe tras la muerte de su abuelo Ivar Vidfamne en una expedición punitiva contra Raðbarðr.

Con valentía y determinación, Harald emprendió un viaje de regreso a Selandiaa, donde reclamó su derecho al trono como heredero de su linaje. Harald, a pesar de su juventud de tan solo 15 años, demostró ser un estratega formidable y un guerrero implacable. Con apoyo de Scania, reclamó su legado en Selandia y, tras aventurarse a Suecia, gobernó por cinco décadas.

Las crónicas antiguas relatan las hazañas de Harald, desde batallas contra reyes rivales hasta tácticas militares inspiradas por Odín. Su dominio abarcó desde Dinamarca hasta Suecia, con reyes y señores rindiendo tributo a su poder y autoridad. La paz en los reinos del norte fue efímera, y Harald se vio nuevamente en guerra, enfrentando desafíos tanto internos como externos.

La batalla contra Sigurd Ring

Cuando los vientos de la vejez soplaban sobre los cabellos de Harald Hilditonn, el rey de la bruma del norte, y el peso de los años pesaba sobre sus hombros, surgió un deseo en su corazón: morir en batalla, en el fragor de la lucha, y así ganarse un lugar en el Valhalla. Con su ferviente ambición, convocó a Sigurd Ring, rey de Suecia, para un duelo que se convertiría en la legendaria Batalla de Bråvalla.

La Gesta Danorum y Sögubrot ofrecen diferentes narrativas sobre los eventos que llevaron al enfrentamiento final. Mientras que una historia cuenta cómo un consejero llamado Brune desencadenó una serie de intrigas, otro relato describe una prolongada preparación para la guerra, marcada por la tensión y la astucia de Odín. Sea como sea, tras siete años de meticulosos preparativos, los dos ejércitos se congregaron en el lugar designado, el páramo de Bråvalla, en Östergötland.

Con los cuernos de lur resonando y los gritos de guerra en el aire, la confrontación comenzó con un feroz intercambio de proyectiles y flechas. Entre los campeones más destacados se encontraba Ubbe el Frisón, el feroz guerrero del lado de Harald, cuya habilidad en combate inspiraba terror en el corazón de sus enemigos. A pesar de su valentía, Ubbe cayó bajo las flechas noruegas tras infligir estragos en las filas enemigas. En el bando de Sigurd Ring, Stærkod se destacó enfrentando a Ubbe el Frisón y luego a las doncellas escudo Veborg y Visne.

Una última acción llena de honor

A pesar de su edad avanzada y su ceguera, el corazón del guerrero Harald aún ardía con la llama del honor y el deseo de la gloria eterna, por lo que, montado en un carro de guerra y con una espada en cada mano, se lanzó al fragor del combate, desafiando al enemigo con una determinación sin igual. Fue en ese momento supremo, en medio del estruendo de la batalla, que el destino selló su veredicto final.

Según la Gesta Danorum, Odín dirigió el carro real en forma de Brune, golpeando al rey con un garrote implacable, duro contra el acero. Con el golpe final, Harald cayó, seguido por quince reyes y treinta mil hombres libres, cuyos destinos se entrelazaron en el campo de batalla. Cuando Sigurd Hring, su adversario, recibió la noticia de la caída del viejo rey, una ola de solemnidad y respeto se extendió entre los combatientes. Con una señal de su mano, ordenó que la lucha cesara, reconociendo el valor y la grandeza del hombre que había caído.

Al día siguiente, con el fin de rendir homenaje y respeto a su figura, Sigurd buscó el cuerpo del rey Harald entre los escombros del campo de batalla. Con reverencia, lo colocó en una pira funeraria junto con su fiel caballo, preparándolo para su viaje al Valhalla, el reino de los guerreros caídos. Frente a las llamas que consumían al viejo rey, Sigurd Hring pidió a Harald cabalgar hacia los cielos, como último acto de un guerrero noble.

Así, rodeados por el resplandor de las llamas y el eco de las antiguas canciones de los skaldos, los jefes de los reinos arrojaron armas y oro sobre la pira, honrando la memoria de un rey que había luchado hasta el último aliento por su pueblo y su honor. Sigurd Hring, vencedor en Bråvalla, se convirtió en gobernante de Dinamarca y Suecia, llevando consigo la memoria de los caídos en la batalla.